Psicología aplicada a la ficción: Motivación, recompensa, persistencia.

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Hoy en mi icónica y adorada psicología aplicada a la ficción voy a hablar de algo un poco más mainstream. Si seguís a Gabriella Literaria desde hace mucho tiempo habréis recibido un poco de esto por aquí y por allá, pero bueno, intentaré arrojar un poco de luz sobre temas que, aunque ya hayáis visto, nunca pasan de moda ni está mal revisitar.

Hoy voy a hablar de escritura. ¿Qué locura, eh?

Por lo general en esta sección hemos visto el tema de la ficción más a nivel general, y el texto en particular. Hoy vamos a centrarnos en la figura que está detrás de toda esa ficción, la persona que escribe. Vamos a hablar de cómo funciona la motivación al escribir, cómo funciona la recompensa en todo esto y cómo adquirir la persistencia necesaria para terminar. Por supuesto, vamos a meternos un poquito más en teoría que la mayoría de artículos que veáis por ahí. O quizás me mantenga a nivel básico porque, ¿para qué complicar tanto un tema que se supone que es práctico?

La idea que quiero que mantengáis durante todo el artículo es la siguiente: ¿Cómo sois vosotros en particular? ¿Qué funciona en personas como vosotros? ¿Cómo puedo trasladar todo esto a mí? 

¡Empecemos!

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La motivación es la fuerza que nos permite realizar acciones. Si nos ponemos teóricos, Atkinson nos dice que la motivación es la necesidad multiplicada por el incentivo. La necesidad en este caso (la escritura creativa) suele ser nula o muy baja, a menos que nos vengamos a situaciones tales como las de los escritores profesionales (o escriben o no comen), fechas límite, o personas que a través de construir un hábito tienen una verdadera necesidad de escribir. Pero esos son los menos.

Sin embargo, el incentivo sí que nos interesa de verdad. Como en todas las actividades opcionales, tiene que haber algo que nos impulse a terminar, a seguir. El incentivo es o una recompensa o un castigo, en términos generales. Según Atkinson, aumentando el incentivo aumentará la motivación. Ahora bien, ¿Cuál es el incentivo en la escritura?

El incentivo puede variar mucho de un autor a otro. Para algunos puede ser la compensación económica que reciben por sus obras, la fama, el prestigio… Y para otros puede ser la satisfacción de terminar algo, de crear, el propio placer de escribir. Pero el incentivo tiene un lado amargo, por supuesto, el incentivo también puede ser castigo. Así pues, un escritor puede escribir para mantener sus ingresos fuera de los números rojos, o para no sentirse incapaz de crear.

Volviendo a Atkinson, el poder del incentivo es igual al valor del incentivo por la probabilidad que siente la persona que tiene de conseguir el incentivo. Ahora pensemos, ¿qué incentivos suele tener el terminar una historia? Depende mucho de a qué tipo de historia nos refiramos. Es mucho más fácil ver publicado un relato que una novela, mientras que a nivel económico un relato apenas verá beneficios en comparación con una novela publicada.

Vamos a centrarnos en el incentivo, porque si recordamos esa fórmula de la motivación de Atkinson (necesidad x incentivo) veremos que poco podemos manipular la necesidad en la escritura. Sin embargo no es imposible. El incentivo sí que podemos manipularlo a nuestro favor. Vayamos por partes.

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Necesito escribir para ser feliz. 

La necesidad de escribir

Excepto en situaciones muy concretas, las cuales obviamente no tienes si estás leyendo esto (porque a menos que te castiguen por escribir, si sientes la necesidad de hacerlo sencillamente lo haces), escribir no es una necesidad para nosotros. Sin embargo, quizás la escritura no sea el fin a satisfacer, pero puede ser el medio para satisfacer otras necesidades. Entran en escena los motivos.

Hay muchos motivos, según los teóricos de la motivación. En serio. motivo de logro, poder, afiliación, agresión, altruismo, facilitación y deterioro social, ansiedad social, apego, aprobación social, necesidad de estimulación, curiosidad, asertividad, pertenencia, identidad, competencia y cooperación, estratificación, conformidad con las normas, obediencia a la autoridad, y autonomía funcional. Y esos no son todos. Los tres que mejor estudiados están son los de logro, poder y afiliación, y estamos de acuerdo en que en la escritura algunas de estas motivaciones no existen (excepto en casos muy extremos y específicos, especialmente retorcidos). Así que, por lo menos, quiero explicar dos de estas motivaciones, la de logro y la de afiliación.

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Motivación de logro: es la tendencia a buscar el éxito en tareas que implican la evaluación del desempeño. O en cristiano, una persona con motivación de logro busca la excelencia, conseguir hacer bien las cosas que serán evaluadas. Yo mismo soy un buen ejemplo de persona con alta motivación de logro en la escritura. Las personas con motivo de logro buscan activamente el éxito en el rendimiento profesional, asumiendo ciertos riesgos pero sin exceder sus capacidades reales; asumen la responsabilidad de las consecuencias de su conducta; se interesan por su rendimiento; son innovadores y ejecutan con más eficacia las tareas desafiantes. Prefieren las tareas de dificultad moderada y evitan riesgos extremos, pero asumen mayor cantidad de riesgos calculados.

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Motivación de afiliación: es el interés por establecer, mantener o restaurar una relación afectiva positiva con una o varias personas. Son personas a las que les gusta establecer relaciones con otras personas. Prefieren el contacto social a la intimidad, tienen un mayor compromiso con los demás, prefieren reunirse con personas conocidas que con desconocidos más competentes, y son sensibles a los sentimientos de los demás. Un ejemplo de escritor con alto motivo de afiliación son Iria G. Parente y Selene M. Pascual, autoras del libro Sueños de Piedra (a las cuales entrevistaré en breves), cuyo objetivo con ese libro no era crear la mejor novela que pudieran, era (o acabó siendo, mejor dicho) conectar con sus lectores y enviarles un mensaje positivo que les ayudase (lo cual no ha impedido que hagan un libro tan bueno que me dé envidia). También su propia relación como autoras existe gracias a este afán por conectar a nivel humano.


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Los dos protagonistas de Sueños de Piedra, inmortalizados por Lehanan Aida

Para mí, la escritura (aparte de una reafirmación de mi identidad, vía de expresión, forma de llegar a la gente y demás) es un medio para satisfacer mi necesidad de logro. Quizás suene un poco frío, pero en psicología puedes hacer que el amor parezca frío, así que no lo veáis tan desapasionado e interesado. Otro escritor con motivación de afiliación podría escribir para llegar a la gente y conectar con ella.

Y a veces, con estos motivos es suficiente para ponernos en movimiento. Hay veces que no necesitamos nada más que un buen objetivo. No hace falta un incentivo. Incluso hay veces que un incentivo nos desmotiva. ¿Cómo puede ser eso posible?

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Lo creáis o no, esto pasa. 

Motivación intrínseca, motivación extrínseca

En ocasiones, una persona puede dedicarse con gran interés y esfuerzo a una actividad, sin que aparentemente obtenga beneficio alguno por realizarla. Es evidente que existe a veces una motivación interna y personal para hacer cosas por el mero hecho de hacerlas. La escritura es muy dado a esto, que los psicólogos llaman motivación intrínseca. La motivación extrínseca es, al contrario, cuando hacemos algo para recibir un incentivo externo.

La motivación intrínseca se diferenciaría de la extrínseca, básicamente porque en la extrínseca el incentivo es independiente de las características que tenga la tarea y es externo a la misma, mientras que en la motivación intrínseca el incentivo principal es la propia ejecución del comportamiento.

Bien, aquí empieza la división. Hay escritores que funcionan mejor con motivación intrínseca y otros que no desdeñan la motivación extrínseca. Una persona puede hacer algo movida por ambas motivaciones a la vez, incluso. Hablemos primero de la motivación intrínseca.

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La motivación intrínseca nos nace de dentro. 

Para que una conducta favorezca motivación intrínseca (es decir, que la hagamos por querer hacerla) debe cumplir ciertos requisitos. Es decir, la motivación intrínseca tiene una serie de características:

-Las actividades novedosas, relativamente complejas e imprevisibles resultan más atractivas, provocan curiosidad e interés (y por tanto, más motivación intrínseca)

-Establecer metas a cumplir en una tarea afecta a la motivación intrínseca. Para los sujetos con motivo de logro elevado, establecer una serie de objetivos que cumplir aumenta la motivación intrínseca, mientras que para los sujetos con motivo de logro bajo, tener objetivos que cumplir es desmotivante.

-Las actividades que hacen posible que el individuo se perciba a sí mismo como competente e independiente favorecen la motivación intrínseca. Igualmente, sucede lo contrario si esa actividad da al individuo una percepción de incompetencia. Quiero remarcar la importancia de este punto, porque muchos escritores se desaniman al empezar a escribir y descubrir que no eran tan buenos como pensaban… ¡Esa no es la forma de verlo! Si este es el problema que tienes para escribir, tienes que pensar que nadie empieza siendo bueno, y que la forma de aprender a serlo es escribiendo. No te rindas, y sigue buscando alguna razón para escribir. Busca otro tipo de motivación (quizás por incentivos, más abajo en el artículo) hasta que consigas superar ese bache.

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-Que la actividad sea una elección libre y no impuesta favorece la motivación intrínseca. Forzarse a hacer cosas puede desmotivarnos si somos más de motivación intrínseca.

Un efecto que a mucha gente le sorprende es lo que se ha llamado Efecto socavador, y es, como algunos lo llamarían, la ruina del arte. Lo lógico sería que, si a una persona con motivación intrínseca para escribir le ofreciésemos un buen incentivo, estaría más motivada para escribir, ¿verdad? Pues muchas veces pasa justo lo contrario, eso es el efecto socavador. A veces, la motivación extrínseca puede socavar la motivación intrínseca. Pero ojo, no siempre ocurre. ¿Qué hacer para que no aparezca el efecto socavador (porque los escritores tenemos derecho a ganarnos la vida con nuestro arte, incluso los más intrínsecos)?

Para que sí aparezca el efecto socavador tienen que darse tres condiciones:

  1. Tiene que existir una expectativa de recibir dicha recompensa.
  2. Esta recompensa es tan destacada e importante que puede ensombrecer en la cabeza de la persona a la verdadera razón por la que lo está haciendo.
  3. El incentivo tiene que ser tangible.

Así, pues, no es lo mismo escribir una novela para un concurso que para cumplir con tu editor, puesto que en el concurso no estás seguro de que vayan a pagarte. No es lo mismo que un escritor piense que está escribiendo porque le gusta que porque va a recibir una jugosa recompensa. Y no es lo mismo si esa recompensa es dinero en efectivo o el reconocimiento por haber hecho un gran trabajo.

En mi caso particular, yo trabajo bien con una mezcla de intrínseca e incentivos no tangibles. Por ejemplo, si cumplo con cierto objetivo de escritura puedo bajar a comprarme una lata de pringles, por ejemplo. Y otros autores pueden cobrar grandes cantidades sin perder su motivación intrínseca mientras tengan muy claro que no escriben por el dinero, solo es un bonito plus.

Aun así, hay gente muy sensible con el efecto socavador. Una amiga mía estaría encantada de hacerte cualquier favor razonable, pero ni se te ocurra ofrecerle nada a cambio. Incluso si le das algo después puede tomárselo a mal y negarse a hacer favores en el futuro.

El efecto socavador tiene unos mecanismos de funcionamiento muy curiosos. Son tres, pero uno lo he eliminado porque es un poco la repetición de lo que ya se ha dicho.

  1. La causalidad (que no casualidad): ¿Cuál es la causa por la que estoy escribiendo? Si uno escribe por sí mismo, para sí mismo, da igual qué incentivo tenga, él es el controla su propia razón para escribir. Mientras tanto, si uno escribe por la recompensa, escribirá más cuando la recompensa sea más alta, pero escribirá menos si la recompensa es más pequeña (o cambiad más/menos con mejor/peor). El escritor siente que pierde el control sobre su motivación, lo hace por la recompensa, no porque le gusta. “¿Para qué escribir sobre lo que quiero? No pagan lo suficiente. Debería escribir sobre lo que está de moda, eso sí que vende”.
  2. El efecto paradójico del incentivo: El incentivo optimiza ciertos aspectos de la tarea y puede perjudicar a otros. Esto se entiende muy fácilmente: Cuando un escritor “se vende” empieza a escribir cosas que gustan al público porque venden bien. Mientras tanto, hacer bien las cosas en muchas ocasiones no vende bien, así que ¿para qué esforzarse? Con los blogs sucede algo parecido que me revienta muchísimo: Los artículos cortos e insulsos que hablan sobre temas ya tratados hasta la saciedad venden muchísimo. Mientras tanto, el buen contenido original desarrollado en profundidad se queda olvidado. Pero esto pasa con todo, por desgracia.

Así pues, el incentivo perjudica a la escritura cuando: La tarea en sí misma es lo suficiente interesante y el incentivo produce una fuente de motivación adicional (porque según la teoría de la activación, un exceso de activación disminuye el rendimiento, y la motivación produce activación); y cuando la tarea que hagamos no sea mecánica sino creativa (corrigiendo ortografía, por ejemplo, el incentivo no perjudica) ya que el incentivo refuerza estrategias que pueden no ser las adecuadas para la escritura (Venderse).

El Flow y la motivación intrínseca

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Con la motivación intrínseca suele darse el estado mental que se conoce como Flow o Flujo, que es una implicación y concentración profunda en la tarea, que acaba concediendo a esa tarea propiedades placenteras. El flujo se produce cuando las exigencias de la tarea son congruentes con la habilidad para realizarlas, y ni son tan sencillas que causan aburrimiento, ni tan difíciles que producen frustración. Alcanzar el estado de flujo requiere cierto tiempo (es habitual que ocurra a partir de la media hora de trabajo en sesiones de dos horas ininterrumpidas), pero es la forma ideal de escribir para muchos autores.

Sobre el flow se han escrito mil artículos sobre productividad y os recomiendo echarles un vistazo si os interesa. Gabriella Literaria es un buen sitio para verlo aplicado a la escritura.

Vayamos a la motivación extrínseca, porque no tiene por qué ser mala en absoluto. Hay escritores comerciales y es un trabajo totalmente respetable. Hay momentos en la escritura que carecen de motivación intrínseca (como las malditas correcciones que me toca sufrir), y es justo que tratemos los dos tipos de motivación. Recordemos que el poder del incentivo es el valor del incentivo x la probabilidad que el sujeto cree que tiene de obtenerlo. Veamos cómo podemos manipular esto a nuestro favor:

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Manipulando el valor del incentivo

Esto es un poco de cajón. ¿Quieres ser más productivo? Ponte un premio más grande por conseguir tus metas. Eso sí, hay que ser constante y no hacer trampas. Y como hay gente que hace muchas trampas en ese sentido, el incentivo puede (y en estas personas debe) ser negativo.

¿Qué tipo de incentivo funciona mejor contigo, los premios por conseguirlo o los castigos por no conseguirlo? Recordando los dos tipos de motivo, a las personas de motivo de logro suelen funcionarle mejor los premios mientras que a los de afiliación les van mejor los castigos. Lo importante es ajustar la calidad y cantidad del incentivo para que resulte motivador.

Otra forma de manipular el valor de un incentivo es controlando cuánto tiempo pasa entre que se cumple el requisito y se entrega el incentivo. Cuando más tiempo haya entre uno y otro, menos poderoso es el incentivo. Este es el mecanismo que hace que escribir una novela larga sea tan difícil: A menos que vayas poniéndote metas y cumpliéndolas a lo largo del trabajo (como celebrar que se ha terminado un capítulo, por ejemplo), la motivación decae, porque la recompensa por nuestra conducta de escribir (que puede ser o la publicación y demás motivación extrínseca o la satisfacción de terminar la historia) está demasiado lejos. Es ideal ir recibiendo el incentivo por cumplir pequeños objetivos a lo largo de la escritura de formatos largos, en vez de una única recompensa final.

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Todos los que hemos terminado una novela sabemos por experiencia lo difícil que es llegar a la luz al final del túnel. 

La facilidad de obtención del incentivo modifica su valor, pero de forma un poco contraintuitiva. Cuanto más fácil es la tarea a realizar, menos valor tiene el incentivo, y cuanto más difícil de conseguir el incentivo, más poderoso se vuelve. Tener tu propio libro terminado es un gran incentivo precisamente por lo difícil que es conseguirlo.

Manipulando la probabilidad subjetiva de obtener el incentivo

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La probabilidad subjetiva de obtener el incentivo es, para la persona en cuestión, la respuesta conjunta a estas tres preguntas: ¿Cómo de probable es obtener el incentivo realmente? ¿Qué expectativa tengo de mi propio desempeño? ¿Quién o qué creo que es el causante de que reciba el incentivo? Veamos qué tiene que pensar el sujeto para aumentar esta probabilidad y así aumentar su motivación.

  1. ¿Cómo de probable es obtener el incentivo realmente?

Esto afecta a la tercera pregunta, y no es que podamos hacer nada para controlar la probabilidad real de recibir la recompensa en muchos casos. No somos ratones con palancas que sueltan comida cuando presionas cada 3-5 veces al azar, así que de momento vamos a ignorarlo.

  1. ¿Qué expectativa tengo de mi propio desempeño?

Según Bandura, uno de los grandes en estos temas, esta expectativa de eficacia nace de cuatro cosas: Los logros anteriores (es decir, lo que ya hemos conseguido con nuestra habilidad), la experiencia vicaria (la creencia de que si los demás son capaces de conseguirlo, yo también puedo), la persuasión verbal (que alguien nos convenza de que somos buenos) y la activación emocional (si me siento demasiado activado puedo interpretarlo como que estoy nervioso o incluso tengo ansiedad).

Aumentar la propia expectativa de desempeño es fácil, lo difícil es hacerlo de la forma correcta. Inflarla a través de la persuasión verbal conduce a choques con la realidad (los foros están llenos de escritores a los que siempre les han dicho que son muy buenos y se derrumban cuando alguien que sabe de verdad les explica su verdadero nivel). Lo que yo recomiendo (y muchos especialistas de rendimiento recomiendan) es encontrar el nivel en el que estás, conocer tus capacidades y debilidades y después reforzarlas. Es decir, lo ideal es ver cómo de bueno es uno a través de la comparación con los demás y de los logros conseguidos, y mediante la persuasión verbal (puedes llegar aún más alto) esforzarte a ir más allá. En otros ámbitos como el deporte, la activación emocional se enseña a controlar para que el sujeto se sienta aún más capaz (pues puede dominar sus emociones).

  1. ¿Quién o qué creo que es el causante de que reciba el incentivo?

El concepto de atribución de causalidad es muy importante en la conducta humana. ¿Quién tiene control sobre el incentivo? Si el sujeto siente que puede controlar la obtención de la recompensa al 100% con su conducta, estará muy motivado a hacerla. Sin embargo, si esa recompensa está controlada por la voluntad de otros, disminuye la motivación.

Hay casos muy extremos, como algo que se llama Indefensión Aprendida. La indefensión aprendida se descubrió con un experimento bastante cruel con perros: Se les metía en un área cercada y se les sometía a descargas que no podían evitar, predecir ni de las que escapar. Tras varias repeticiones se les metía en esa misma área sin cercar, por lo que podían escapar de las descargas saliendo del círculo. Sin embargo, los perros no intentaron escapar, porque sentían que nada de lo que pudieran hacer podría librarles del sufrimiento.

indefensic3b3n-aprendida-burroJamás dejes que nadie te convenza de que no puedes hacerlo. 

La indefensión aprendida está detrás de las personas oprimidas que no se atreven a plantar cara porque creen que no servirá de nada. Se ha dado en esclavitud, abuso sexual, violencia de género… Es un asunto muy serio, y por tanto no podemos permitir que nos reprenda en ninguna faceta de nuestras vidas.

La atribución de causalidad tiene dos partes: El locus de control y la estabilidad. El locus de control es la atribución de que el resultado es responsabilidad del propio individuo (locus interno) o de las condiciones ambientales (locus externo); mientras que la estabilidad se refiere a si las causas que han producido el éxito o el fracaso son duraderas (estable) o temporales (inestable).

¿Qué ha causado el resultado?
Atribución de Causalidad Locus interno Locus externo
Estable Habilidad Dificultad de la tarea
Inestable Esfuerzo Suerte

Para según qué cosas es beneficioso tener atribución externa e inestable (los accidentes, por ejemplo, para evitar sentirnos mal por ellos, nos convencemos de que no hay nada que podamos hacer para evitarlo), sin embargo, para habilidades como la escritura o el rendimiento deportivo, aunque a veces nos duela, hay que intentar tener una atribución interna y estable: Tanto si lo consigo como si no, es por mi habilidad y nada más. A veces es desmotivador pensar que no tenemos la habilidad suficiente, pero lo bueno de la habilidad es que siempre se puede mejorar, es algo que se puede controlar.

It-Never-Gets-Easier-You-Just-Get-StrongerNunca se vuelve más fácil, sencillamente te vuelves más fuerte. 

Si piensas que no te publican porque tienes mala suerte, o porque es muy difícil, vas mal encaminado. No te publican porque, o no tienes la habilidad suficiente, o la tienes y no te esfuerzas lo bastante.

O a veces porque es difícil que te publiquen una novela romántica en una editorial de novela negra.

Volviendo al tema, ¿cómo puede aumentar la probabilidad subjetiva de obtención del incentivo la atribución de causalidad? Pues favoreciendo una atribución que en el caso que nos atañe sea buena. Por ejemplo, que en el concurso a participar hay poco nivel, o que somos tan habilidosos y nos esforcemos tanto que es muy posible que ganemos. Si tenemos una atribución que nos da la sensación de control sobre el incentivo, aumentará nuestra motivación.

what-you-need-to-write-a-novel-writers-digest-klemsSí, a algunos les funciona trabajar así. No me preguntéis cómo. 

Bueno, ya sabemos cómo manipular el valor del incentivo, pero ¿qué incentivos son buenos? La verdad es que aquí no hay muchas reglas. Lo que te parezca una buena recompensa o castigo debería funcionar, prueba y utiliza lo que mejor te funcione.

Sin embargo, sí que hay algo a tener en cuenta. Si para ti la escritura es un hábito, algo diario y que haces muy a menudo, hay que tener cuidado con qué recompensa se elige, por culpa del principio de Premack.

Premack (un teórico del aprendizaje) hizo un experimento: Observó a un grupo de niños al que se le dejó a libertad comer caramelos y jugar a una máquina de pinball, y luego los dividió en dos grupos: niños que preferían caramelos y niños que preferían el pinball. Luego dividió esos dos grupos y los puso en dos situaciones distintas: Jugar al pinball era recompensado con caramelos y comer caramelos era recompensado con jugar al pinball.

Lo que Premack descubrió es que a los que le gustaba más la tarea obligatoria que la recompensa no “aprendían” (es decir, no aumentaba su tasa de respuesta en la tarea obligatoria). Y el principio de Premack dice que las conductas más probables (es decir, la que al sujeto más le gusta) refuerzan conductas menos probables.

O lo que es lo mismo: No puedes reforzar la escritura si para ti la escritura ya es un premio, a menos que tengas un premio aún mayor como recompensa.

Ahora que sabemos tanto sobre este tema, y estamos motivados… ¿Cómo podemos convertir la escritura en un hábito?

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Persistencia: Reforzando hábitos

Escribir una novela no es un sprint, es una carrera de fondo. Hay que aguantar, y escribir a diario es lo ideal, por poco que sea. Y los hábitos son perfectos para mantener algo hasta el infinito. ¿Cómo se convierte la escritura en un hábito?

La teoría es que reforcemos la conducta que queremos afianzar (la escritura) con premios y/o castigos hasta que no sea necesario reforzarla más (según se comenta, un hábito necesita 20 días ininterrumpidos para formarse, por lo menos). Sin embargo, muchas veces no podemos permitirnos tantos premios o castigos. ¿Cómo podemos reforzar el hábito de escritura sin premios ni castigos? (Aunque restringir el uso de cosas como internet y demás hasta que se cumpla ese día la conducta que queremos habituar es algo que funciona muy bien).

  1. Objetivo reducido

Con la escritura cada palabra cuenta, y por pocas que consigas a diario ya son menos que tendrás que escribir para terminar. Por tanto, es una buena idea empezar con un objetivo reducido. En mi caso me he propuesto escribir al menos cien palabras al día durante el resto de mi vida. El problema de ponerse objetivos más grandes es que disminuye la probabilidad subjetiva de conseguirlos (y ya sabemos cómo afecta eso a la motivación), y la cuestión es que, al escribir, lo que más cuesta es empezar. Cuanto más fácil sea la tarea obligatoria más fácil será ponerse a escribir. Así que si te vas a poner un mínimo diario, que sea pequeño. Yo recomiendo 100, es un número redondo y se puede conseguir en poco tiempo sin demasiadas exigencias. 100 es mejor que 0.

Una vez que empiezas a escribir, parar es más complicado. Un truco del escritor Brent Weeks para escribir diariamente es el siguiente: Su objetivo en cada sesión (de varias horas, escribe a tiempo completo) es escribir 25 palabras. ¿Fácil, eh? Una vez que lo consigue, duplica el objetivo de la sesión. Y cuando consigue las 50, duplica. 100. 200. 400. 800. 1600. 3200. Y así hasta que termina la sesión.

¿Y sabéis qué? Funciona muy bien, lo avala la teoría pavloviana del aprendizaje. Ese ritmo de recompensa funciona muy bien para mantener la conducta en funcionamiento. Sí, recompensa. Porque la conducta de duplicar el objetivo de la sesión refuerza la conducta de escribir.

Conducta apetitiva, conducta consumatoria

En la época de la psicología conductista (allá en los 50, quizás antes, probablemente en la Rusia profunda), se preguntaron por qué las conductas de los animales se mantenían cuando no recibían ningún refuerzo por ellas. Por ejemplo, ¿por qué una ardilla mantenía una conducta de búsqueda de bellotas, si esa conducta no era reforzada? Según lo entendían, el sabor de la bellota reforzaba el acto de comérsela, pero ¿qué reforzaba la búsqueda? Entonces, algún listillo sugirió que quizás una conducta podía reforzar a otra, y así nacieron estos dos conceptos.

Volviendo al ejemplo de la ardilla, la búsqueda sería la conducta apetitiva, y comer sería la conducta consumatoria. La conducta consumatoria refuerza la conducta apetitiva, o al menos esa es la conclusión a la que se ha llegado.

Así pues, está más que probado que hay conductas consumatorias que refuerzan las conductas apetitivas que queremos convertir en hábitos. En el caso del autor ya mencionado, duplicar (a mano) el objetivo de la sesión (o tachar el objetivo cumplido) es la conducta consumatoria que refuerza la escritura.

  1. Usar conductas consumatorias para reforzar el hábito

Reforzar la escritura con una conducta consumatoria es muy fácil. En mi caso, al terminar la sesión de escritura (y cumplir mi mínimo de 100 palabras) voy al calendario de la cocina y escribo un 100 acompañado de un tick. Seguro que se te ocurre algo así. Por ejemplo, decirle a una persona a la que valores que has cumplido tu objetivo diario. Cuanto más fuertes sean los sentimientos que desencadenen el cumplimiento de ese hábito (en mi caso de motivación de logro, cumplir el objetivo marcado es satisfactorio, en el de otra persona con motivación de afiliación, cumplir su compromiso con otra persona al decirle que lo ha hecho también es satisfactorio) más se refuerza el hábito.

  1. Comprometerse al hábito con otras personas

Comprometerse con otra persona es una buena forma de formar hábitos. Por no quedar mal con la otra persona somos capaces de levantarnos y tirar adelante incluso cuando no queremos. Por eso lo ideal es hacer ejercicio en parejas. Con la escritura pasa exactamente lo mismo. Uno de los consejos que da Gabriella Literaria a menudo es que nos comprometamos a escribir con la mayor cantidad de personas posibles. Para no quedar mal, acabaremos haciéndolo.

  1. No permitir que los accidentes ocurran dos días seguidos.

Es posible que algún día no podamos (aunque, con un objetivo pequeño, a menos que te denieguen totalmente el acceso a tu medio de escritura, no necesitas más de diez minutos), pero lo importante es impedir que faltes a tu hábito una segunda vez.

giphyEmpezó hace mucho tiempo… el hábito de escribir. Con esta letra, ¿quién no querría?

Por último, quiero hablaros de algo muy puntero en la psicología que está estrechamente relacionado con las nuevas tecnologías, y aunque es algo que se lleve haciendo desde la invención de los ordenadores, es ahora cuando está cogiendo fuerza. Esto de lo que os hablo es la gamificación (o ludificación), que sencillamente consiste en aprender jugando.

A nivel educativo parece que todavía no le han pillado el punto a la gamificación (aunque van por buen camino, en colegios muy actualizados eliminan los deberes de los alumnos a condición de que los padres jueguen a juegos de mesa con los hijos, juegos que requieran habilidades como el manejo de recursos, la planificación… La cuestión es que todos estamos más motivados para jugar que para muchas otras cosas. Además, la propia estructura de los juegos satisface necesidades de logro y afiliación (dependiendo del tipo de juego, claro).

Sin embargo, la gamificación literaria nunca ha ido más allá de los foros de rol que han existido desde siempre. Y esa es una gran opción para aprender a escribir y mejorar, sin embargo, nunca ha habido una gamificación del proceso de escritura tradicional, enfocado a producir relatos, libros, poesía y demás. Hasta hoy.

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El libro del Escritor está llevando a cabo una propuesta única en el mundo: la gamificación literaria a través de una nueva red social que está fundando a través de crowdfunding. Es muy interesante y creo que no existe ninguna red social de escritores que le pueda hacer frente. Si cumplen lo que prometen y consiguen comprometer a la comunidad con eventos (al estilo de juegos como WoW, en los que los jugadores pueden controlar las consecuencias de sus actos y modelar la historia del mundo), estoy totalmente seguro de que será un gran éxito.

El único problema que le veo es que la suscripción no es gratis, pero con ella vienen incluidos cursos literarios muy buenos y de prestigio, por lo que no me parece una mala inversión (muchos cursos parecidos cuestan sobre 200 euros mientras que una suscripción trimestral te cuesta sobre 40 euros). Si te interesa el concepto no dejes de echarle un vistazo, y colabora como puedas (difundir el proyecto es una gran ayuda si no quieres o puedes contribuir económicamente).

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Y bueno, eso es todo por hoy. Por fin. Espero que todo esto os haya sido muy útil, hayáis aprendido mucho, y sobre todo que lo aprovechéis lo máximo posible. A partir de hoy os quiero muy motivados. Al menos lo suficiente como para difundir este post por el mundo.

¿Y por qué no me comentáis algo, ya que habéis llegado hasta aquí? Ya sabéis, por eso de reforzar mi conducta de escribir artículos. Sabéis que me encanta conocer vuestras opiniones y siempre respondo a todos los comentarios.

¡Os espero!

6 respuestas a “Psicología aplicada a la ficción: Motivación, recompensa, persistencia.

  1. soyperry 27 octubre, 2015 / 7:03 am

    ¡Muy buen artículo! Creo que arroja mucha luz sobre temas que ya se han tratado mucho, como el hábito y la motivación.
    Yo también estoy en proceso de crear mi hábito y se puede hacer, aunque más de una vez me ha tocado escribir en momentos inoportunos xD.

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    • GuilleJiCan 27 octubre, 2015 / 11:06 am

      Pues no veas eso como algo malo, que el hábito se pueda imponer en diferentes situaciones (generalización) es mejor a largo plazo que siempre tener un lugar específico con características específicas para escribir, ya que no asocias escribir a ese sitio sino que lo conviertes en algo inherente a tu rutina.

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  2. Djinn 27 octubre, 2015 / 11:30 am

    Muy buen articulo guille 🙂

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    • GuilleJiCan 27 octubre, 2015 / 11:44 am

      Muchas gracias ^^ me alegro de que te haya parecido bueno. Y mil gracias por comentar, motiva mucho un poco de feedback.

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  3. Javier Peñas 28 octubre, 2015 / 10:12 am

    Fenomenal artículo, Guillermo. Tanto, que estoy abrumado; considerando seriamente dejar de publicar mis esmirriados posts en mi blog. Bueno, mejor pensado, no me voy a rendir tan pronto con un motivo extrínseco negativo, ahora que sé cuál es el mecanismo psicólogico que socava mi moral.

    Bromas aparte, sólo decir que tengo una sensación agridulce tras leer tu artículo: por un lado, soy un ávido lector de estudios científicos sobre el comportamiento humano, pero, por otro, saber más sobre este asunto parece como si le quitara encanto a la vida (o al oficio de escritor). Es como lo de ver una radiografía de nuestro propio esqueleto. Mira que sabemos que todos lo tenemos, pero verlo da fe de lo que realmente somos (y seremos), de nuestros límites. Dicho lo cual, por supuesto, que seguiré leyendo lo que escribas relacionado con este tema.

    Muchas gracias por este completo y práctico ensayo, más que artículo.

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    • GuilleJiCan 28 octubre, 2015 / 10:44 am

      No hay que desanimarse por descubrir cómo funciona el sistema… Es cierto que a veces la psicología se pone de forma que le quita el encanto a muchas cosas (cuando se pone a hablar del amor, o de la creatividad), pero eso no hace que nuestra experiencia sea menos mágica.
      Me alegra mucho que te haya gustado y espero sinceramente que te sirva en tu vida diaria. ¡Gracias por ser un lector tan asiduo!

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