Índice: ¿Cómo escribir una novela?
2.9 – Desenlace
El desenlace es el último acto de los tres actos. Es el momento de que las cosas lleguen a su conclusión y recojamos los frutos que hemos sembrado durante los actos anteriores.
El desenlace de una historia suele tener tres elementos, normalmente en este orden: Primero tenemos un Clímax, que es el momento de mayor tensión, la cumbre de la historia, y que da pie a la Resolución del conflicto principal, al que sigue por fin la Vuelta a la calma que finaliza la historia.
Clímax
El clímax es… pues el clímax. Es la escena o escenas con más tensión narrativa o argumental, las escenas decisivas de la historia. Suelen ser los momentos más importantes de la historia, y en ellos se resuelven los conflictos principales. La escalada que se ha ido haciendo durante el nudo tiene que desembocar aquí, por lo que todo lo que hemos construido suele estallar en este momento: La tensión, los personajes, el conflicto.
Es el momento de soltar las grandes bombas, de hacer que se enfrenten las decisiones difíciles, de jugárselo todo y de ganar o perder. Si el riesgo es grande y auténtico (recordemos que puede haber falsa tensión, como vimos en el punto 2.6 – Tensión y conflicto; pero en el clímax la falsa tensión es algo que te puede estallar en la cara), es difícil hacer un mal clímax, pero es posible así que vamos a ver qué debemos evitar:
Deus ex Machina
Simplificando mucho, un Deus ex Machina es cuando el conflicto se resuelve de una manera que no tiene nada que ver con lo que hemos visto desarrollarse en la novela. Por ejemplo, que a nuestra protagonista en penurias económicas le toque la lotería. O que el villano se muera por un ataque al corazón.
La resolución del conflicto no es consecuencia directa de los personajes principales (protas y antagonistas) sino de eventos impredicibles y/o incontrolables. El ejemplo más claro y que da nombre al recurso, es cuando aparecen los dioses de la nada para poner orden y resolver el problema con sus milagros. Esto es algo que ahora nos estropea la historia porque sentimos que los personajes no han influido en el resultado final del conflicto.
Mucha gente escribe finales así porque se quedan sin opciones y se arrinconan en un final que no pueden resolver así que tienen que salvar la historia de alguna forma. Si ese es el caso, la solución no es parchear el final, sino volver a la estructura de la historia y reescribirla.
Se pueden usar los Deus ex Machina como herramientas de una historia, pero como es algo un poco más avanzado por hoy lo vamos a pasar por encima. Pero si te interesa, se puede ver un ejemplo de Deus bien hecho en Neimhaim, de Aranzazu Serrano, más o menos a la mitad del libro y de manera literal (aparece una diosa de la nada que saca a uno de los protas de un apuro).
Anticlímax
El anticlímax es lo contrario del clímax. Si el clímax es el globo de la tensión estallando, el anticlímax es ese globo desinflándose haciendo pedorretas. Por ejemplo, al llegar a la torre, descubren que el guardián del infinito está muerto y no hay que enfrentarse a él, así que sin enfrentarse a ningún obstáculo, las heroínas recuperan el artefacto y vuelven a casa, después de media novela preparándolas para el encuentro con el guardián.
La mayoría de anticlímax son involuntarios, al resolver demasiado rápido el clímax o de forma demasiado fácil. Un ejemplo de anticlímax involuntario sería el final de digimon adventure 2, en el que el villano está en su momento cumbre y el destino de dos universos en juego, con el terreno preparado para una pelea épica, y al final se resuelve un poco en parte gracias al poder del amor, sin pelea ni nada.
Esto nos lleva a una parte importante del anticlímax: La destrucción de las expectativas. Si has preparado el terreno para un tipo de final concreto, dar otro tipo de final suele ser insatisfactorio. Si vas a acabar con el poder del amor, entonces haz que el poder del amor sea el núcleo de la historia, en vez de las peleas, y viceversa.
Sin importancia
Hay historias que creen que necesitan una pelea final, una carrera al aeropuerto, o cualquier cliché de final de historia como clímax en vez de considerar qué clase de clímax requiere la historia.
Y a veces se da que esos clímax que no tienen mucho que ver estropean el final. Hay historias que no necesitan una batalla final que la tienen por alguna razón extraña.
Es más difícil encontrar ejemplo de este tipo de clímax, pero se suele ver bastante claro cuando se encuentran: Son escenas que sobran, son clímax que no tienen nada que ver con los temas de la novela, o lo peor.
Descubrir que todo lo que se ha hecho no ha servido para nada.
Ojo, hay veces que ese es el mensaje, especialmente en historias de supervivencia. Que el destino del mundo no ha cambiado, que al final todos morimos y que la historia que acabamos de leer es una más sin más importancia que el resto.
Si no es importante, ¿por qué la estamos leyendo? A veces hay una razón. Hay historias que tratan de la fatalidad, de la lucha contra lo imposible, de la futilidad, y este tipo de finales es una forma de llevar ese mensaje (una forma arriesgada, pero coherente con el tema). Pero si no hay una razón real, que hagas que sienta que he perdido el tiempo es una buena forma de amargarme una lectura que hasta entonces ha podido ser entretenida.
Sin embargo, no todo se puede resolver en un clímax. Si la historia solo tiene un arco y/o conflicto es lógico que se resuelva en el clímax, pero otras historias necesitan un poco más de tiempo.
Resolución de arcos argumentales
En el desenlace se van resolviendo los arcos argumentales. Los importantes deberían resolverse durante el clímax, pero antes y después también hay hueco para atar algunos cabos.
Antes del desenlace
Antes incluso de empezar el desenlace podemos acabar algunos arcos más pequeños. El arco llega de manera natural a su final antes de llegar al desenlace. Así podemos apartar tramas y descargamos a quien nos lee de cosas que no son vitales para lo que viene después. Las resoluciones de arcos antes del desenlace son una buena forma de dar unos instantes de respiro antes de la escalada que vamos a presentar. Por ejemplo, dos rivales que arreglan sus diferencias antes de llegar al día en que librarán un partido de dobles de tenis, codo con codo. Como han resuelto su conflicto interpersonal, durante el clímax no tendremos que preocuparnos por eso, y el momento de calma en el que resuelven las cosas sirve para respirar antes de la tensión del partido final.
Antes del clímax
Esto ya forma parte del desenlace, pero no es exactamente el clímax. De la misma forma, libera carga mental y cuando lleguemos al clímax no tendremos que preocuparnos por estos arcos. Sin embargo, como son parte del desenlace, estos finales en vez de aliviar tensión y dar respiro como en el ejemplo anterior acaban construyendo más tensión y escalan aún más las cosas.
Después del clímax
Clímax solo puede haber uno (o bueno, uno detrás de otro, pero tienen que ir hacia arriba y suele hacerse cansado, así que no recomiendo más de un clímax), así que tenemos que decidir qué conflicto cerramos con él. El resto de conflictos pueden cerrarse después, en pequeños pasos progresivos hasta la calma. Vamos desescalando poco a poco la tensión, poniendo resoluciones más calmadas que las anteriores. Si la pelea final ha sido épica y a nivel mundial, se puede acabar con la malvada tirana en una pelea más suave, cerrar el arco de los mensajeros con una solución diplomática, y resolver el antagonismo de los personajes principales con un abrazo cansado. Poco a poco rebajamos el nivel hasta que llegamos a la…
Vuelta a la calma
La última parte de una novela suele ser la vuelta a la calma. Tras la resolución del conflicto que había destruido el status quo (del que hablamos en el punto 2.3 – Presentación y desencadenantes del conflicto), toca volver a recomponerlo, o a construir un nuevo orden mundial. Esto suele hacerse con una o dos escenas en las que presentamos las consecuencias del clímax, de la resolución del conflicto, y damos un momento de respiro para que nuestros personajes puedan disfrutar de la victoria (o sufrir la derrota).
Son escenas parecidas a las que usamos durante la presentación en el planteamiento. Presentamos el nuevo orden del mundo, el nuevo status quo, el qué ocurre después de que el gran villano haya sido derrotado, el cómo se lleva esa pareja que nos ha tenido todo el libro esperando a ver si al final se daban el sí quiero o qué.
Son escenas plácidas, en las que damos un respiro a lectores y personajes por igual. Para la gente que nos lee, esta pausa es importante para poder procesar el final que acabamos de presentar mientras todavía estamos conduciendo su atención y sus emociones. También sirve para dar una sensación de finalización, de que la historia se ha acabado y dejar que la mente repose por fin de la historia. Porque nuestros cerebros necesitan una señal de que se ha acabado, aunque sea tan simple como una escena breve de calma y la palabra fin.
Lanzando redes hacia el futuro
Sin embargo, a veces no se acaba. A veces hay una segunda parte esperando, u otro libro en el mismo mundo, y queremos lanzar hilos y redes que enganchen a lectores para que sigan con interés. Que aunque dejen el libro, sigan elucubrando y pensando en él. Está bien dejar incógnitas y algunos conflictos sin resolver, siempre que quede claro que no es el final de esa historia y que se resolverán en un futuro.
Una cosa que puede molestar bastante es dejar el clímax prometido para el siguiente libro, o dejar la resolución del conflicto para la siguiente entrega. Esto es lo que se suele llamar cliffhanger, una forma poco elegante de mantener la tensión cuando se utiliza entre libros (entre capítulos es juego limpio, sobre todo cuando cambiamos el punto de vista).
Por tanto, si quieres lanzar hilos argumentales hacia el futuro, la vuelta a la calma es el momento para hacerlo. Manda a tus personajes a un viaje interesante, o sugiere una nueva trama que está a punto de desarrollarse.
Sentimiento final
Aunque al final, la vuelta a la calma tiene una pesada carga sobre los hombros: El sentimiento final que quedará en quien lee al cerrar el libro.
Lanzar hilos hacia el futuro es una forma de que mantengan el compromiso y el cariño con los personajes que han leído, para que no se olvide de la historia, para lanzar una promesa de más.
Cerrar tramas y mostrar que todo ha vuelto a la normalidad y no queda conflicto intenta mandar una sensación de resolución y finalización, para que quien nos lea se quede con el cuerpo tranquilo y la mente satisfecha por haber terminado.
Al final, qué clase de sentimiento quieres que se quede depende de lo que estés haciendo. En algunas historias, yo cierro con escenas tras el clímax que muestran el desarrollo del futuro, dando saltos temporales grandes que permitan ver cómo los personajes han encontrado sus estabilidades. Pero en otras historias, cierro en lo alto o dejando una incógnita para que quien lee se quede pensando, que se quede con el subidón de activación por esa pequeña escalada final cuando ya no queda nada más que resolver.
Cuando llegues a este punto, habrás terminado de escribir la novela. Pero la obra no está acabada, todavía queda muchísimo. Ahora deberías tener un primer borrador lleno de cosas que quizás no acaben apareciendo en la obra final. En los próximos artículos, ya en la tercera y última parte de esta guía sobre cómo escribir una novela desde cero, hablaremos de la corrección, revisión, y todas las cosas que haremos para pulir la obra al máximo y que probablemente acabaréis odiando.
Mientras tanto, disfruta de la sensación de victoria por el borrador terminado. Es algo que no todo el mundo consigue, y no hay que desmerecerlo solo porque luego vayamos a corregirlo. ¡Enhorabuena!
¡Nos vemos tras el Nano!
¿Un ejemplo de anticlimax sería el final de la 6ta temporada de Orante is the new black? No sé que digan otros fans al respecto, pero a mí me fascinó la resolución de la guerra entre los bloques enfrentados
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Estoy intentando escribir una novela y me cuesta mucho
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¿Qué parte en concreto es la que te cuesta? O partes.
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