
“Los cubos pesan. Me duelen los brazos, como al resto de la gente que lucha por mantener la cadena, pero seguimos. Intento no pensar que lo que hacemos es como intentar apagar una hoguera con escupitajos. Me escuecen los ojos, de llorar, del humo, del brillo del fuego que no puedo dejar de mirar mientras devora lo que siempre ha sido mi hogar.”
“Tengo mucho miedo. El cielo está oscuro. Huele a incendio. Dicen que el fuego está muy lejos, pero yo lo siento muy cerca. Me está quemando el estómago, me está asfixiando el corazón. Estamos llenando las garrafas antes de que corten el agua. Los móviles están cargando, antes de que corten la luz. En la primera todavía siguen con una película, no han dicho nada sobre todo esto y eso que ya han pasado horas. Es tarde y quiero irme a dormir para despertar mañana y que todo haya sido un sueño, pero no se puede dormir. No soy capaz de dormir, sabiendo lo que está pasando ahora mismo a solo unos kilómetros de casa. No puedo dormir de la misma forma que no puedo hacer nada por mi tierra, atrapado por la angustia”.
«No podemos llevárnoslos a todos con nosotros. Hay gente ofreciendo refugio para algunos, pero nunca serán suficientes. Mi compañero está llorando por toda la vida que está muriendo sin que podamos hacer nada. Ni toda la vida en la protectora podría prepararme para esto. Vuelvo a poner otro mensaje por facebook, en busca de más gente que pueda acoger a los animales. Dios bendiga a aquellos que en medio de todo esto todavía puede dar un poco más».
“Lo advertimos. Todos los años pasa. Y siguen con el puto eucalipto, que solo aumenta la sequía. Nos quitan efectivos. No estamos preparados para una tragedia que sabemos que va a llegar. Y lo peor es que estoy segura de que ellos son los que la provocan. Dicen que ya hay dos muertos. Al menos estamos haciendo algo, todo lo que podemos. Incluso con la manguera en mis manos me siento impotente. Hay demasiados focos. Galicia, Asturias, el norte de Portugal. La semana que viene solo quedarán cenizas. Hacemos lo que podemos, y rezo porque sea suficiente para contener este infierno en la tierra”.

“Vigo arde. Hay rumores sobre dos pirados en moto con un bidón de gasolina. El aire pronto será irrespirable. Me desalojan de la casa en la que he pasado toda mi vida. Intento contener las lágrimas, algo en mi interior me dice que jamás volveré a verla en pie. Mi sobrina me aprieta la mano, con la mirada fija en su móvil. Busca desesperadamente una forma de hacer algo, de poner en orden el caos que nos ha engullido en un instante. Me dice que hay una casa donde podrán alojarnos, intentando que la oiga sobre el jaleo. Se me rompe el corazón, yo tendría que ponerla a salvo, no al revés”.
“Ojalá ardieran los que han provocado esto. Tanto los que prendieron la mecha, como los que lo hicieron rentable”.
“Mi avión sale pronto. Acabo de enterarme de lo que está pasando, y dicen que habrá retrasos. Me agarro el pecho, me duele porque no tengo noticias de mi familia. Tengo miedo de volver. Por favor… que estén todos bien”.
“Mucha fuerza a Galicia y Asturias. Estoy llorando de la impotencia, tened mucho cuidado. #QuemanGalicia #QuemanAsturias”.
“Los cubos pesan. Me duelen los brazos. Pero no podemos desfallecer. Si no salvamos nuestra tierra nadie lo hará por nosotros”.

Mucha fuerza a toda la gente que está ahí fuera, viviendo el infierno. Tened cuidado. Apoyaos unos a otros.
Ojalá la lluvia se adelante por vosotros.