La economía de personajes

La economía de personajes

¿Cuál es la cantidad justa de personajes que necesita una historia?

Para cada historia es diferente, sin duda, pero ¿sabéis cuáles son los dos errores que más suelo ver en muchos libros?

Demasiados personajes, o muy pocos personajes. Una de las dos.

Y me da mucha rabia, porque hay veces en las que no saber medir cuántos personajes necesitas puede destruir el libro entero.

Problema 1: Demasiados personajes

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74 son un montón, pero en este caso concreto QUEREMOS MÁS. 

Cuando veo que un libro tiene un apéndice de personajes, me entra un escalofrío.

El mayor problema no es que sobren personajes, sino que hay demasiados personajes importantes a los que tenemos que recordar. Y no solo hay que recordarles, también hay que acordarse de qué hicieron, con quién están emparentados… ¡Es demasiada información! Sobre todo en libros, donde no poseemos la ventaja de lo visual. Los nombres se mezclan, y enseguida no sabemos por qué deberían importarme ciertas personas.

También esto suele ser un problema de caracterización y una mala compartimentación de los personajes. Cuando tienes demasiados personajes, sueles tener poco tiempo para convertirlos en personas que nos importen, en hacerles destacar (que es para lo que sirve la caracterización, al fin y al cabo).

La compartimentación (intenta decirlo tres veces en voz alta, ¡menudo palabro!) es una forma de reducir la carga de memoria, encerrando a los personajes en pequeños compartimentos separados. Una novela que hace esto muy bien es El temor de un hombre sabio, de Patrick Rothfuss. En esta novela hay muchos escenarios y contextos distintos, con sus personajes únicos y bien diferenciados. En total son muchísimos personajes, pero al estar separados por un contexto (la gente de la universidad, las adem, los mercenarios, la corte del maer, la gente de la taberna) se convierten en pequeños grupos fáciles de manejar.

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Un ejemplo de distintos sociogramas en tragedias de Shakespeare. Las obras con más «Network density», es decir, con redes de personajes más densas, están menos compartimentadas. Por ejemplo, en Timon of Athens vemos mucha compartimentación (muchos nodos en los extremos, que se conectan entre sí), mientras que en otras con más network density vemos menos, como en Othello. 

Algunas de estas novelas tan épicas y llenas de gente suelen acabar reuniendo a todos los personajes en un mismo sitio y eso acaba siendo confuso. No digo que no se deba hacer, pero sin duda es más sencillo saber que si estamos en el campo, solo tenemos que preocuparnos por los personajes del campo.

Además, la compartimentación es una forma realista de ambientar un mundo y cuando se rompe (un personaje aparece en un compartimento que no le toca) es una buena sorpresa para tus lectores.

¿Cuántos personajes son los adecuados para un compartimento? Yo diría que entre 3 y 7. 3 es el mínimo necesario para formar un grupo, y 7 permite tener personajes primarios y secundarios en el compartimento (¡de vez en cuando hacen falta figurantes!) sin que sea demasiado cargante. 5 me parece un buen número: 3 principales y 2 secundarios.

Problema 2: Pocos personajes

 

En la cruzada por quitarse todo lo que sobre, es muy habitual darle el hachazo a personajes secundarios que no tienen una función clara en la historia; al fin y al cabo, otros personajes pueden acabar devorando sus puestos y funciones narrativas y al final tenemos un elenco más pequeñito y manejable.

Y a ver, no nos engañemos, esto es algo que la mayoría de las veces está bien hecho. Reducir una historia a sus elementos básicos elimina muchas distracciones y permite seguir disfrutando de lo importante. Exige menos memoria y permite dar más protagonismo a los personajes principales.

Hay veces en las que es incluso la mejor alternativa.

Pero.

Hay muchas otras en las que no.

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¿Yo, guardarle rencor al anime Erased? No sé de qué me estás hablando… Que me haya encontrado esta imagen buscando «Obvious murderer» en google no quiere decir nada. 

El ejemplo que más rabia me da es la historia de misterio que te deja adivinar por eliminación al asesino (o persona de interés de turno). Hay tan pocos personajes que solo uno cuadra con la descripción. Si el asesino es un hombre adulto y solo hay dos hombres adultos en tu elenco… En cuanto uno esté mínimamente descartado ya no quedará duda alguna. Esto también es superfácil de ver con revelaciones en plan… “¡Este señor es en realidad tu padre!”. Cuando los personajes están un poco conectados entre sí, si hay muy pocos enseguida se ve.

También se ve muy claro cuando tienen quién es el misterioso personaje del que se ha hablado mucho pero no aparece ningún personaje nuevo que pueda serlo. Por tanto, solo queda que sea un personaje de los ya presentados, y cuando tenemos tan pocos personajes, es sencillo descubrirlo por eliminación.

Pero no es el único problema de tener pocos personajes.

Hay veces que eliminando personajes, a veces tenemos que poner a otros personajes principales cumpliendo esas funciones que ahora han quedado huérfanas, y eso a veces puede estirar un poco al resto y deformarlos. No es algo que vea habitualmente, ya que la gente por lo general no suele eliminar personajes, pero puede pasar y hay que tener cuidado con ello.

El problema más habitual que suelo ver cuando hay pocos personajes, sin embargo, es un exceso de conexiones entre los personajes.

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Todo el mundo está relacionado con todo el mundo. Esto hace que la historia se sienta demasiado encerrada en sí misma, como si fuera un pequeño mundo encerrado en una botella. Como no hay personajes superfluos, no hay referencias a personajes fuera de la historia que den una ilusión de que los personajes se mueven en el mundo real.

Elegir usar pocos personajes es una decisión en favor de la eficiencia, pero en muchos casos esto se hace sacrificando el realismo.

Estos dos problemas dan dolores de cabeza, pero por suerte traigo 2 soluciones muy sencillas.

Solución 1: Más personajes

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Una forma sencilla de dar realismo y credibilidad a tu mundo o tu historia es poblarla de gente. Al fin y al cabo, hay mucha gente en nuestras vidas que al final no tiene casi ninguna importancia, que sencillamente están ahí y tienen sus vidas sin más.

Si tu obra tiene pocos personajes, puedes añadir gente para que haga bulto, y así puedes aligerar las cargas narrativas de otros personajes. ¿Necesitas a alguien que le desvele la pista a tu prota? Un personaje secundario puede hacerlo tan bien como uno principal.

También esto te permite añadir relaciones más interesantes y complejas. Los personajes empiezan a tener amigos, pareja, familia y demás cosas aunque no sean importantes para la trama.

Cuanto más secundario o terciario sea un personaje, más fácilmente podremos usarlo como herramienta. Manejar los hilos de un personaje principal es difícil y hay que tener cuidado con la coherencia interna, pero los secundarios o figurantes son marionetas en nuestras manos.

Pero añadiendo y añadiendo personajes vemos que tenemos algunos costes extra: Hay que dedicar más espacio a ellos que pierden otros elementos más importantes de la historia, hay que presentarlos y tratarlos bien, caracterizarlos para que se distingan, son más cosas que recordar para tus lectores…

Esto nos puede llevar al primer problema, ¡demasiados personajes!

Pero el primer problema se resuelve con la segunda solución:

Solución 2: Eliminar personajes

Esto no tiene por qué significar eliminar personas de la historia, solo personajes. Es decir, puedes eliminar sus nombres y degradarlos (de principales a secundarios, o a figurantes). Percy el pícaro puede dejar de tener un trasfondo y solo convertirse en Percy, un ladrón a sueldo para el grupo que cumple con su función y ya está. O por ejemplo, Malleus, la sobrina de la reina, puede dejar de tener nombre y convertirse solamente en la sobrina de la reina.

Aunque a veces está bien eliminar personajes y sus arcos relacionados. Si el interés romántico de la protagonista es irrelevante para la historia, ¿por qué no eliminar directamente a su enamorada, y que nunca aparezca en el libro?

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En medios donde diseñar personajes cuesta dinero, es más habitual eliminar personajes y dar sus funciones a otros. Por ejemplo, en A Hat in Time, Moon Jumper se diseñó como un tercer personaje relacionado con Snatcher y la Reina Vanessa (el príncipe torturado), pero al final Snatcher acabó ocupando gran parte de sus roles y conceptos en la historia (él fue el torturado por Vanessa, y el príncipe del cuento)

Si esos personajes cumplían funciones vitales, siempre puedes fagocitarlas con otros personajes. Así pues, en vez de tener como elenco secundario a una abadía con una madre superiora y tres monjas con nombres, puedes dar todo el protagonismo a la madre superiora y que haga las cosas importantes relacionadas con tus protagonistas que hicieran las tres monjas. Si ellas eran maestras, curanderas y confidentes de la protagonista, la madre superiora puede tomar esos tres roles.

Razones para no hacerme ni caso:

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Todo esto está muy bien, pero hay que saber por qué hacemos las cosas que hacemos.

Hay historias muy buenas con solo uno o dos personajes. Hay novelas corales llenas de secundarios y terciarios que aprovechan esa cualidad para destacar. Una historia con pocos personajes puede querer ese efecto de “mundo en una botella” al tener a todos sus personajes interconectados, o una historia con muchos personajes pueda querer quitar protagonismo a sus personajes a favor de un mundo realista y coherente.

Por ejemplo, quizás el interés romántico de la protagonista no sea importante para la trama, pero te aseguro que hay mercado para una novela de fantasía con protagonista lesbiana y que tiene una relación bonica con un personaje secundario de la historia. Eso podría ser una buena razón para mantenerlo aunque no sea eficiente a nivel narrativo.

Es más, hay veces en las que no es un error hacer una cosa u otra. Las hadas madrinas de las películas de La bella durmiente y Cenicienta podrían ser intercambiables: Aurora tendría 1 hada madrina nada más y Cenicienta podría tener 3. Hay una razón porque estén como están y no al revés: Sin 3 hadas madrinas la historia de La bella durmiente se queda un poco coja a nivel de personajes principales, y por el contrario, hay tantos personajes importantes en la película de Cenicienta que tener 3 hadas madrinas sería cargar demasiado la narrativa.

Sin embargo, ambas alternativas son factibles. Todo depende de lo que se quiera hacer con ello, por supuesto.

Eso es lo importante al fin y al cabo: Hacer las cosas con una razón y no al tuntún.


¿Qué historias crees que tienen demasiados personajes? ¿Y a cuáles les faltan unos cuantos? ¡Estoy deseando leer tu opinión al respecto en los comentarios!

¿Crees que todo el mundo necesita más Cubone?

Yo, por supuesto, pienso que sí.

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Una respuesta a “La economía de personajes

  1. Francisco Tedick 16 enero, 2019 / 11:37 am

    Yo creo que el número de personajes te lo pide la historia que estás escribiendo. Si es más introspectiva necesitarás menos y si es de género (fantasía, histórica, aventuras, policiaca…) tendrás que incluir más.
    Aunque también leí por ahí que los escritores tendemos a meter más paja y más personajes de los necesarios para trasmitir el mensaje de nuestra novela!
    Un saludo.

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